En la soledad de esta habitación y sin previo aviso el deseo
se desata y la mirada hacia lo que ya empieza a sentir el cuerpo y provoca la
dulce mirada de desearte y contemplo el rostro en mis pensamientos y abrazarte
lentamente despejando mi alma hacia lo que provoca el deseo incipiente de una
mirada, de unos labios rozándose, de un cuerpo sediento que empieza a mojarse
,de unos susurros que acarician los sentidos y el orgasmo empieza a
encrucijarse y así sin querer llega el suspiro de sentir amándose de la caricia
y los mimos desnudada y desnudándose.
Una mujer disfruta con la certeza de
acariciar un cuerpo cuyos secretos conoce y cuyas preferencias son sugeridas
por el suyo propio.
Flor Jiménez.
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